Autora: Myriam Moya
Fuente: Enminusculas.com
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No pasa nada si en la escuela de nuestro/a hijo/a nos tildan de sobreprotectores por exigir que no se les castigue, ningunee o etiquete. No pasa nada por oponerse a la silla de pensar. No pasa nada, es nuestro derecho.
No pasa nada si en la escuela de nuestro/a hijo/a el profesor/a nos mira con cara rara al expresar nuestro desacuerdo con los deberes y/o exámenes. No pasa nada si nos tachan por ello de no tener ni idea de “pedagogía u enseñanza”. No pasa nada, es nuestro derecho.
No pasa nada si nuestro hijo/a tiene una rabieta en la calle o en el metro o en un restaurante y la gente nos mira inquisidora. No pasa nada por sentarnos en el suelo y respetar sus ritmos, mientras otros chismorrean. No pasa nada por llamar la atención o porque nuestro hijo/a lo haga si lo necesita. No pasa nada, es nuestro derecho.
No pasa nada porque discrepemos y discutamos con un pediatra o una enfermera o quién haga falta para que se respeten los derechos de un niño/a enfermo. No pasa nada por poner una denuncia en el hospital o en el centro médico si no son respetados. No hace falta aguantar sermones, ni ser condescendientes. No pasa nada, es nuestro derecho.
No pasa nada porque el ginecólogo/a o matrona de turno nos trate de locas al hablar de parto natural, parto en casa o parto respetado. No pasa nada porque nos tachen de irresponsables. No pasa nada, es nuestro derecho.
No pasa nada porque nos juzguen y psicoanalicen por nuestras lactancias. No pasa nada porque nos mire raro la pediatra, la suegra, la profesora o el vecino. No pasa nada, es nuestro placer, es nuestro derecho.
No pasa nada por ser los raros, las que reclaman, los que incomodan, las que exigen.
No pasa nada por nadar a contracorriente.
A veces es la mejor opción posible.
A veces es la única opción posible.
No vamos solas.
Estamos haciendo lo correcto. Vamos paso a paso. Es nuestro derecho protegerlos y protegernos. Es nuestro derecho cambiar el mundo. Es nuestro derecho tener derechos.
Es nuestro derecho SER FELICES.
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Ilustración: Katie Berggren