Autora: Blanca García
Fuente: Crianza En Flor®

Son las 4 a.m. ¿Alguna más despierta a esta hora de la madrugada? ¿O también alguno despierto? ¿Alguna otra familia viviendo su Luna de Leche? Por aquí estoy preparándome para dormir de nuevo después de amamantar y mudar a mi hijo pequeño de 1 mes.

Desde mi reciente segunda maternidad/puerperio que me preparo para vivir las noches como si fueran días (duchándome y dejando a mano vaso de agua, lámpara, pañales, fruta, avena o chocolate). Esta segunda vez ha sido más fácil porque ya sabía lo que se venía, pero sin duda nada te prepara para este gran cambio cuando se es mamá primeriza. En gran medida porque la sociedad transmite como si fuera malo que nuestros hijos e hijas nos necesiten en la noche igual (o más) que en el día. Entonces, a los despertares nocturnos se le suma la angustia de pensar que estamos haciendo algo mal y la abrumación de pensar que el descanso será interrumpido todo el resto de nuestra vida. Y lo cierto es que todas vivimos lo mismo, todos los bebés humanos necesitan la cercanía del cuerpo de sus madres constantemente y es de lo más sano que exista.

 En lo personal, una primera maternidad me ha entregado experiencia y saberes para vivir esta segunda vez todo como más placer desde el primer día. Entregándome al flujo, en vez de nadar contra la corriente, de las necesidades de mi bebé, de sus ritmos y de las características de su sueño. Me he dejado llevar por lo cómplice que son estas citas nocturnas para sacar un chanchito, cambiar pañal o dar un paseo, y por lo rico de tenerlo durmiendo pegado a la teta sintiendo su olor, calor y respiración. Aunque muera de sueño, se me cansen las caderas, me sobre siempre un brazo y me duela la espalda, esta vez lo disfruto porque sé que es natural y que no durará toda la vida. Ahora sé que eso de que “el tiempo pasa tan rápido” es verdad. Y por eso ahora le llamo a este tiempo Luna de Leche.

Entregarse al nuevo ritmo, conocer las características del sueño infantil, y prepararse para vivir las noches, nos permite conectarnos con nuestro bebé, responder sensiblemente a sus necesidades, validar su llanto, disfrutar de su cercanía, conectarnos con el placer y con el flujo de la oxitocina (la hormona del amor) en nuestros cuerpos. Y esto es clave para sentirnos enamoradas. Como una amiga me dijo un día “cuando se está enamorada el cansancio no importa” y yo agrego “cuando se está enamorada y se sabe que la Luna de Leche es tan corta, el cansancio importa aun menos”.

Blanca García
Fundadora/Directora Crianza En Flor


Si quieres conocer más sobre las características del sueño infantil escucha la entrevista dada a Radio Cooperativa pinchando aquí o lee los libros de sueño infantil recomendados.

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