Autora: Blanca García

Fuente: Crianza En Flor®

Hay días que la maternidad cansa, el embarazo cansa, la crianza cansa, el trabajo cansa, la vida cansa y no hay momento para descansar.

Hay días que mi cuerpo gestando a mi hijo necesita una cama para dormir, y mi hija de 3 años sigue necesitando jugar sin tomar siesta.

Hay días en que el cansancio me pone poco amorosa, poco tolerante, poco paciente, poco conversadora, poco emprendedora, poco disponible, poco de todo.

Hay días en que el cansancio me abruma, activa la sombra de la sensación de desamparo y me enceguece en que no hay nadie a quien pedir ayuda.

Hay días en que el cansancio me da ganas de llorar.

En esos días me obligo a bajar la intensidad.

En esos días agradezco los porotos con mazamorra que trajo mi mamá de regalo y que yacen congelados en el refrigerador, y amo las ensaladas preparadas que venden en bolsas.

En esos días no lavo el baño, no barro, no sacudo, miro mi casa (que no es una casa piloto) y le digo “mañana será otro día”.

En esos días no hay lectura de artículos y de blogs para seleccionar y compartir en este espacio.

En esos días estoy más silenciosa, así no se me “arranca el caballo” contestando mal a mi hija, y mejor le digo que me siento cansada, muy cansada, que hoy hagamos juegos tranquilos y que me tenga paciencia por lo lenta que ando.

En esos días me recuerdo conscientemente que sí puedo pedir ayuda, como llamar a mi marido para que llegue pronto del trabajo y esperar a que él cierre mi día y el de nuestra hija.

Son días complejos, son días oscuros, son días en que las sombras se activan y se abren paso dejándonos necesitados de más compañía que nunca. Si, esa misma compañía que nos hizo falta en nuestra infancia y que tanta falta hace en la sociedad de hoy.

¿Qué hacen ustedes en esos días? ¿A qué (o quién) recurren para resistirlos y no descargarse con sus hijos e hijas?

Blanca García
Fundadora/Directora Crianza En Flor

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